lunes, 9 de febrero de 2009

Textos: Colonialismo e imperialismo

COLONIALISMO E IMPERIALISMO
Texto 1:
"La primera forma de colonización es aquella que ofrece un lugar donde vivir, y trabajo al excedente de población de los países pobres o de los que tienen un contingente humano excepcional.
Pero hay otra forma de colonización que afecta a los pueblos que cuentan con excedente de capitales o de productos. Esta es la forma moderna actual más extendida y más fecunda. Las colonias constituyen para los países ricos una inversión de las más ventajosas (...). Francia, que siempre ha estado sobrante de capitales y ha exportado cantidades considerables de él al extranjero... tiene particular interés en considerar la cuestión colonial bajo este punto de vista... Pero hay otro aspecto de esta cuestión mucho más importante: la cuestión colonial es, para países como el nuestro, dedicados, por la naturaleza misma de su industria, a una gran exportación, el problema mismo de los mercados. Allí donde se tenga predominio político, se tendrá también predominio de los productos, predominio económico (...).
Afirmo que la política colonial de Francia, que la política de expansión colonial, la que nos ha impulsado a ir, bajo el Imperio, a Saigón, a la Conchinchina, la que nos conduce en Tunicia, la que nos ha llevado a Madagascar, afirmo que esta política de expansión colonial está fundada en una realidad sobre la que es necesario llamar por un instante vuestra atención, a saber: que una marina como la nuestra no puede navegar sobre la superficie de los mares sin refugios sólidos, defensas, centros de avituallamiento.
Es necesario que nuestro país se ponga a hacer lo que los demás y, puesto que la política de expansión colonial es el móvil general que importa en el momento actual a las potencias europeas, hay que tomar partido en su favor (...).
«¿Dejarán que otros que no seamos nosotros se establezcan en Túnez, que otros que no seamos nosotros se sitúen en la desembocadura del río Rojo... que otros que no seamos nosotros se disputen las regiones del Africa ecuatorial?... En esta Europa nuestra, en esta competencia de tantos rivales que crecen a nuestro alrededor la política de recogimiento o de abstención no es otra cosa que el camino de la decadencia. "
(JULES FERRY «Discursos», 1885.)



Jules Ferry
Texto 2:
"La política comercial es hija de la industrialización (...). El consumo de Europa está saturado: es imprescindible descubrir nuevos filones de consumidores en otras partes del mundo. Inglaterra tomó la delantera en el movimiento industrial moderno porque fue la primera en prever tan lejanos horizontes. Porque vio el peligro potencial que podría resultar para su hegemonía, tras la secesión de los Estados Unidos de Norteamérica, de la separación de Australia y la India, sitió Africa por los cuatro costados: al sur, por la altiplanicie del Cabo y Bechuanalandia; al oeste, por el Níger y el Congo; al nordeste por el valle del Nilo; al este por la costa de Somalia y la cuenca de los grandes lagos ecuatoriales. Para impedir que la empresa británica obtenga en su exclusivo provecho los nuevos mercados que están abriéndose a los productos de Occidente, Alemania combate a Inglaterra con su inconveniente e inesperada rivalidad en todas las partes del globo. La política colonial es una expresión internacional de las leyes externas de la competencia."
(J. FERRY: «Tonkin et la mere patrie (1890)». En D. K. FIELDHOUSE: «Economía e Imperio. La expansión de Europa (1830-1914)». Madrid. Siglo XXI, 1977. pp. 30-31.)

Texto 3:
"Podemos dividir las naciones del mundo, grosso modo, en vivas y moribundas. Por un lado, tenemos grandes países cuyo enorme poder aumenta de año en año, aumentando su riqueza, aumentando su poder, aumentando la perfección de su organización. Los ferrocarriles les han dado poder de concentrar en un solo punto la totalidad de la fuerza militar de su población y de reunir ejércitos de un tamaño y poder nunca soñados por las generaciones que han existido. La ciencia ha colocado en manos de esos ejércitos armamentos que aumentan cada vez más su eficacia destructiva y que, por lo tanto, aumentan el poder, terrible poder, de aquellos que tienen la oportunidad de usarlos. Junto a estas espléndidas organizaciones, cuya fuerza nada parece capaz de disminuir ... existe un número de comunidades que sólo puedo describir como moribundas... Son principalmente comunidades no cristianas,... y en esos Estados, la desorganización y la decadencia avanzan casi con tanta rapidez como la concentración y aumento de poder en las naciones vivas que se encuentran junto a ellos. Década tras década, cada vez son más débiles, más pobres y poseen menos hombres destacados o instituciones en que poder confiar... En ellas no sólo no se pone remedio a la mala administración, es un nido de corrupción...
(...) Por una u otra razón, por necesidades políticas o bajo presiones filantrópicas, las naciones vivas se irán apropiando gradualmente de los territorios de las moribundas y surgirán rápidamente las semillas y las causas de conflicto entre las naciones civilizadas... estas cuestiones pueden ocasionar diferencias fatales entre las grandes naciones cuyos poderosos ejércitos se encuentran frente a frente amenazándose... indudablemente no vamos a permitir que Inglaterra quede en situación desventajosa en cualquier reajuste que pueda tener lugar..."
(Discurso pronunciado el 4 de mayo de 1898 por Lord Salisbury en el Albert Hall de Londres. «The Times», 5 mayo 1898.)


Lord Salisbury
Texto 4:
"La particularidad fundamental del capitalismo moderno consiste en la dominación de las asociaciones monopolistas de los grandes patronos. Dichos monopolios adquieren la máxima solidez cuando reúnen en sus manos todas las fuentes de materias primas, y ya hemos visto con qué ardor los grupos internacionales de capitalistas se esfuerzan por arrebatar al adversario toda la posibilidad de competencia, por adquirir, por ejemplo, las tierras que contienen mineral de hierro, los yacimientos de petróleo, etc. La posesión de colonias es lo único que garantiza de una manera completa el éxito del monopolio contra todas las contingencias de la lucha con el adversario... Cuanto más desarrollado está el capitalismo, cuanto más sensible se hace la insuficiencia de materias primas, cuanto más dura es la competencia y la busca de fuentes de materias primas en todo el mundo, tanto más encarnizada es la lucha por la adquisición de colonias (...).
Para el capital financiero no tienen importancia sólo las fuentes de materias primas ya descubiertas, sino también las posibles, pues la técnica avanza en nuestros días con un rapidez increíble y las tierras hoy inservibles pueden ser convertidas mañana en tierras útiles si se descubren nuevos procedimientos (a cuyo efecto un banco importante puede enviar una expedición especial de ingenieros, agrónomos, etc.), si se invierten grandes capitales. Lo mismo ocurre con la exploración de riquezas minerales, con los nuevos métodos de elaboración y utilización de tales o cuales materias primas, etc., etc. De ahí la tendencia inevitable del capital financiero a ampliar su territorio económico y aun su territorio en general...
El capital financiero manifiesta la tendencia general a apoderarse de las mayores extensiones posibles de territorio, sea el que sea, se halle donde se halle, por cualquier medio, pensando en las fuentes posibles de materias primas y temeroso de quedarse atrás en la lucha rabiosa por alcanzar las últimas porciones del mundo todavía no repartidas o por conseguir un nuevo reparto de las ya repartidas. (V.I. LENIN. «El Imperialismo fase superior del capitalismo» (1916). Madrid, Editorial Fundamentos, 1974, págs. 91-94.)

Texto 5:
"El imperialismo surgió como desarrollo y continuación directa de las propiedades fundamentales del capitalismo en general. Pero el capitalismo se trocó en imperialismo capitalista únicamente al llegar a un grado muy alto de su desarrollo (...) una definición muy breve de imperialismo es (...) la fase monopolista del capitalismo (que se dirige hacia) el reparto del mundo (hacia aquellas) regiones todavía no apropiadas por ninguna potencia capitalista."
(V.I. LENIN. «El Imperialismo fase superior del capitalismo» (1916.)

Texto 6:
"En nombre de Dios Todopoderoso.
S. M. el Emperador de Alemania, Rey de Prusia; S. M. el Emperador de Austria, Rey de Hungría; S. M. el Rey de los Belgas, S. M. el Rey de Dinamarca, S. M. el Rey de España, el Presidente de los Estados Unidos de América, el Presidente de la República Francesa, S. M. la Reina del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda, Emperatriz de las Indias; S. M. el Rey de Italia, S. M. el Rey de Italia, S. M. el Rey de los Países Bajos, S. M. el Rey de Portugal, S. M. el Emperador de todas las Rusias, S. M. el Rey de Suecia y de Noruega, S. M. el Emperador de los Otomanos.
Deseando establecer en un espíritu de entendimiento mutuo las condiciones más favorables al desarrollo del comercio y de la civilización en determinadas regiones de Africa, y asegurar a todos los pueblos las ventajas de la libre navegación por los dos principales ríos africanos que desembocan en el Océano Atlántico; deseosos, por otra parte, de prevenir los malentendidos y las disputas que pudieran suscitar en lo futuro las nuevas tomas de posesión efectuadas en las costas de Africa, y preocupados al mismo tiempo por los medios de aumentar el bienestar moral y material de las poblaciones indígenas, han resuelto, previa invitación que les ha sido cursada por el Gobierno imperial de Alemania, de acuerdo con el Gobierno de la República Francesa, reunir a tal objeto una Conferencia en Berlín, y han nombrado sus plenipotenciarios (...). Los cuales, provistos de plenos poderes (...), han discutido y adoptado sucesivamente:
1ª Una Declaración relativa a la libertad de comercio en la cuenca del Congo, sus desembocaduras y países circunvecinos, con ciertas disposiciones concernientes a ella.
2ª Una Declaración referente a la trata de esclavos y a las operaciones que por tierra o por mar proporcionan esclavos para la trata.
3ª Una Declaración relativa a la neutralidad de los territorios comprendidos en la cuenca convencional del Congo.
4ª Un Acta de Navegación del Congo (...).
5ª Un Acta de Navegación del Níger (...).
6ª Una Declaración estableciendo en las relaciones internacionales reglas uniformes respecto a las ocupaciones que en adelante puedan verificarse en las costas del continente africano.
Y habiendo creído que estos diversos documentos podrían coordinarse útilmente en un solo protocolo, los han reunido en un Acta General, compuesta de los artículos siguientes..."
(Acta Final de la Conferencia de Berlín, 1885).


Texto 7:
OCUPACIÓN DE LA CUENCA DEL CONGO POR LA ASOCIACIÓN INTERNACIONAL AFRICANA
"Henry M. Stanley, comandante de la expedición del Alto Congo, en nombre y por encargo de la Asociación Africana y los régulos y jefes de Ngombi y Mafela, reunidos en conferencia al sur de Mañanga, han concluido, tras mucho examen, el siguiente Tratado:
1.- Los jefes de Mafela y Ngombi reconocen, conforme a sus deseos, que la Asociación Internacional Africana se establezca en sus países para el progreso de la civilización y el comercio. De común acuerdo por sí, sus herederos sucesores ceden, ahora y para siempre, a la Asociación la soberanía y todos sus derechos de gobierno sobre sus territorios. Prometen también ayudar a dicha Asociación en su tarea de regir y civilizar el país, así como usar su influencia, y a todos los demás habitantes, con cuya unánime aprobación concluyen el tratado presente, para que se asegure la obediencia a todas las leyes hechas por la Asociación y ayudar con la obra, o de otro modo, a cualquier trabajo, mejora o expedición que dicha Asociación haga en cualquier tiempo o parte de este territorio..."
(Tratado de Stanley)

Texto 8:

La labor del hombre blanco

Lo que ahora sentimos es que nuestro dominio sobre aquellos territorios sólo puede justificarse si demostramos que aumenta la felicidad y prosperidad de los pueblos, y yo sostengo que nuestro dominio ha llevado y lleva seguridad, paz y mayor prosperidad a países que nunca habían conocido antes tales beneficios. Al llevar a cabo esta tarea civilizadora, estamos cumpliendo lo que yo creo que es nuestra misión nacional, al tiempo que encontramos la ocasión de poner en práctica las cualidades y potencialidades que han hecho de nosotros la gran raza gobernante. No estoy afirmando que nuestro éxito haya sido total en cualquier caso, ni que nuestros métodos hayan estado fuera de cualquier reproche. Pero mantengo que casi en cualquier lugar en el que el dominio de la Reina ha sido establecido y se ha impuesto la gran Pax Britannica, con ella ha llegado una mayor seguridad para la vida y la propiedad, y una mejora material de las condiciones de la mayoría de la población.

joseph chamberlain Foreign and Colonial Speeches, 1897

Sir Joseph Chamberlain


Texto 9:

Justificación de la xenofobia

Nosotros hemos comprobado, bárbaros ingleses, que habéis desarrollado una naturaleza y unas costumbres de lobo, saqueando y robando bienes por la fuerza [...]. Habéis venido a nuestro país con espíritu de lucro. ¿Qué conocimientos tenéis de nosotros? Vuestra ansia de ganancias se parece a la voracidad de los animales. En cambio, ignoráis nuestras leyes y nuestras instituciones; nada sabéis de principios justos [...]. Más allá de la fortaleza de vuestros barcos, de la violencia del disparo de vuestros fusiles y de la potencia de vuestros cañones, ¿qué otras cualidades tenéis?

Panfleto de una sociedad secreta, Cantón, 1856



Joseph Conrad

El corazón de las tinieblas (Fragmentos)

“...Seis negros avanzaban en fila, ascendiendo con esfuerzo visible el sendero. Caminaban lentamente, el gesto erguido, balanceando pequeñas canastas llenas de tierra sobre las cabezas. Aquel sonido se acompasaba con sus pasos. Llevaban trapos negros atados alrededor de las cabezas y las puntas se movían hacia adelante y hacia atrás como si fueran colas. Podía verles todas las costillas; las uniones de sus miembros eran como nudos de una cuerda. Cada uno llevaba atado al cuello un collar de hierro, y estaban atados por una cadena cuyos eslabones colgaban entre ellos, con un rítmico sonido. Sus pechos delgados jadeaban al unísono. Se estremecían las aletas violentamente dilatadas de sus narices. Los ojos contemplaban impávidamente la colina. Pasaron a seis pulgadas de donde yo estaba sin dirigirme siquiera una mirada, con la más completa y mortal indiferencia de salvajes infelices. Detrás de aquella materia prima, un negro amasado, el producto de las nuevas fuerzas en acción, vagaba con desaliento, llevando en la mano un fusil. Llevaba una chaqueta de uniforme a la que le faltaba un botón, y al ver a un hombre blanco en el camino, se llevó con toda rapidez el fusil al hombro. Era un acto de simple prudencia; los hombres blancos eran tan parecidos a cierta distancia que él no podía decir quién era yo. Se tranquilizó pronto y con una sonrisa vil, y una mirada a sus hombres, pareció hacerme partícipe de su confianza exaltada. Después de todo, también yo era una parte de la gran causa, de aquellos elevados y justos procedimientos...”

Joseph Conrad: El corazón de las tinieblas

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“...tanto él como sus muchachos debían de estar muy hambrientos; el hambre seguramente se había acumulado durante el último mes. Habían sido contratados por seis meses (no creo que ninguno de ellos tuviera una noción clara del tiempo como la tenemos nosotros después de innumerables siglos; pertenecían aún a los comienzos del tiempo, no tenían ninguna experiencia heredada que les indicara lo que eso era) y, por supuesto, mientras existiera un pedazo de papel escrito de acuerdo con alguna ley absurda, o de cualquier otro precepto (redactados río abajo), no cabía en la cabeza preocuparse sobre su sustento. Era cierto que habían embarcado con carne podrida de hipopótamo, que no podía de cualquier manera durar demasiado tiempo,(...) Además, se les daba tres pedazos de alambre de cobre a la semana, cada uno de nueve pulgadas de longitud. En teoría aquella moneda les permitiría comprar sus provisiones en las aldeas a lo largo del río. ¡Pero hay que ver cómo funcionaba aquello! O no había aldeas, o la población era hostil, o el director que, como el resto de nosotros, se alimentaba a base de latas de conserva que ocasionalmente nos ofrecían carne de viejo macho cabrío, se negaba a que el vapor se detuviera por alguna razón más o menos recóndita. De modo que, a menos que se alimentaran con el alambre mismo o que lo convirtieran en anzuelos para pescar, no veo de qué podía servirles aquel extravagante salario. Debo decir que se les pagaba con una regularidad digna de una gran y honorable empresa comercial...”

Joseph Conrad: El corazón de las tinieblas

"Unas figuras negras gemían, inclinadas, tendidas o sentadas bajo los árboles, apoyadas sobre los troncos, pegadas a la tierra, parcialmente visibles, parcialmente ocultas por la luz mortecina, en todas las actitudes de dolor, abandono y desesperación que es posible imaginar. Explotó otro barreno en la roca, y a continuación sentí un ligero temblor de tierra bajo los pies. El trabajo continuaba. ¡El trabajo! Y aquél era el lugar adonde algunos de los colaboradores se habían retirado para morir.

"Morían lentamente... eso estaba claro. No eran enemigos, no eran criminales, no eran nada terrenal, sólo sombras negras de enfermedad y agotamiento, que yacían confusamente en la tiniebla verdosa. Traídos de todos los lugares del interior, contratados legalmente, perdidos en aquel ambiente extraño, alimentados con una comida que no les resultaba familiar, enfermaban, se volvían inútiles, y entonces obtenían permiso para arrastrarse y descansar allí. Aquellas formas moribundas eran libres como el aire, tan tenues casi como él (…) Alrededor de ellos estaban desparramados los demás, en todas las posiciones posibles de un colapso, como una imagen de una matanza o una peste. Mientras yo permanecía paralizado por el terror, una de aquellas criaturas se elevó sobre sus manos y rodillas, y se dirigió hacia el río a beber. Bebió, tomando el agua con la mano, luego permaneció sentado bajo la luz del sol, cruzando las piernas, y después de un rato dejó caer la cabeza lanuda sobre el esternón (…) Cerca de los edilicios encontré a un hombre vestido con una elegancia tan inesperada que en el primer momento llegué a creer que era una visión. Vi un cuello alto y almidonado, puños blancos, una ligera chaqueta de alpaca, pantalones impecables, una corbata clara y botas relucientes. No llevaba sombrero. Los cabellos estaban partidos, cepillados, aceitados, bajo un parasol a rayas verdes sostenido por una mano blanca. Era un individuo asombroso; llevaba un portaplumas tras la oreja.

"Estreché la mano de aquel ser milagroso, y me enteré de que era el principal contable de la compañía, y de que toda la contabilidad se llevaba en ese campamento. Dijo que había salido un momento para tomar un poco de aire fresco. Aquella expresión sonó de un modo extraordinariamente raro, con todo lo que sugería de una sedentaria vida de oficina (…) Su aspecto era indudablemente el de un maniquí de peluquería, pero en la inmensa desmoralización de aquellos territorios, conseguía mantener esa apariencia. Eso era firmeza. Sus camisas almidonadas y las pecheras enhiestas eran logros de un carácter firme. Había vivido allí cerca de tres años, y, más adelante, no pude dejar de preguntarle cómo lograba ostentar aquellas prendas. Se sonrojó ligeramente y me respondió con modestia: 'He logrado adiestrar a una de las nativas del campamento. Fue difícil.(…) Cordones de negros sucios con los pies aplastados llegaban y volvían a marcharse; una corriente de productos manufacturados, algodón de desecho, cuentas de colores, alambres de latón, era enviada a lo más profundo de las tinieblas, y a cambio de eso volvían preciosos cargamentos de marfil.

Joseph Conrad: El corazón de las tinieblas




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