GUEPIN, MÉDICO DE NANTES, DESCRIBE
Si queréis saber cómo se aloja, id, por ejemplo, a la rue des Fumiers (Calle del estiércol), que está casi exclusivamente habitada por esta clase; entrad, agachando la cabeza, en una de esas cloacas abiertas sobre la calle y situadas por debajo de su nivel. Hay que haber bajado a esos pasadizos donde el aire es húmedo y frío como en una caverna; haber sentido deslizar vuestros pies sobre el suelo sucio, haber temido caer en ese fango, para darse una idea del sentimiento penoso que se experimenta al entrar en la vivienda de esos míseros obreros. De cada lado del pasadizo, y por consiguiente por debajo del suelo, hay una habitación sombría, grande, helada, cuyas paredes rezuman agua sucia; que recibe la ventilación por una especie de ventana semicircular de dos pies en su mayor altura. Entrad, si el olor fétido que se respira allí no os hace retroceder. Tened cuidado, porque el piso desigual no está empedrado ni enladrillado, o al menos los ladrillos están recubiertos de una capa tan grande de mugre que no se le puede percibir. Y ved esos tres o cuatro lechos, mal sostenidos y vencidos porque el cordel que los asegura a sus soportes carcomidos no resistió bien. Un jergón, una manta formada con harapos guarnecidos de franjas, caramente lavada, porque es la única; a veces, sábanas, a veces una almohada, he ahí el contenido del lecho. No hay necesidad de armarios en esas casas.
Dígase lo que se diga de esta miserable fracción de la sociedad, el detalle de sus gastos será más elocuente: alquiler, 25 francos; lavado, 12 francos; combustible (madera y aglomerado mineral), 35 francos; luz, 15 francos; reparación de muebles deteriorados, 3 francos; calzado, 12 francos, vestidos (se visten de ropas viejas que obtienen por donación), 0; médico –farmacia (hermanas de caridad les proporcionan medicamentos contra bonos de médico), 0, o sea 104 francos. Es necesario que 196 francos, que complementan los 300 (salario anual), basten para alimentar a 4 ó 5 personas, que deben consumir por lo menos, privándose mucho, 150 francos de pan. Así quedan 46 francos para comprar la sal, la manteca, las coles y las patatas y si se piensa que la taberna absorbe todavía una suma determinada…, se comprenderá que la existencia de esas familias es horrorosa.
GUÉPIN. Nantes au XIXe siécle, 1835. Citado en E. DOLLEANS: Historia del movimiento obrero, 1830-71, pág. 18
Niños trabajando en las máquinas de hilar
En la hilandería mecánica, la duración de la jornada, en todos los lugares donde se puede trabajar a la luz de las lámparas es, para ambos sexos y para todas las edades, de
Los salarios de los obreros de las industrias textiles, las tres más principales del trabajo mecánico en Francia en 1835 son, según Villermé “en todas partes insuficientes e inseguros”.
Si se toman los tejedores y los simples jornaleros, los cuales en su mayor parte están tan mal retribuidos (es decir, más de la mitad de la población laboriosa y, con sus mujeres, más de las tres cuartas partes), el salario medio es de aproximadamente 2 francos para el hombre, 1 franco para la mujer, 45 céntimos para el niño de
En realidad, muy a menudo, sobre todo en periodos de crisis, el obrero es obligado a contentarse con lo estrictamente necesario, tal como lo define Villermé; el obrero vive con 15 ó 20 céntimos de patatas. La consecuencia de tal alimentación es el raquitismo de
E. DOLLEANS: Historia del movimiento obrero, 1830-71, pág. 19-22
Trabajo de mujeres y niños
Seguramente no hay ni un solo fabricante, que se haya establecido en Postdam y Berlín desde mediados del siglo XVIII, que no haya requerido niños del orfanato de Postdam para su empresa. Las condiciones estipuladas son siempre parecidas, y consisten en que el orfanato proporciona los niños y que asumía los gastos por su parte; los fabricantes aceptan instruir a los niños-por patriotismo- en la especialidad requerida, sin salario, salvo alojamiento y combustible...
(Escritor anónimo de 1824, Cit. C. Lis, p.183)
En el taller, cada mujer tenía su pieza colgada ante ella y una colección de pinceles de diferentes grados de finura según el tamaño del objeto que debía reproducirese, y con colores según el modelo lo requiriese, una buena trabajadora podía ganar dos libras por semana, aunque lo más normal es que se ganase mucho menos.
(CHAPMAN Y CHASSAGEN, "European textile printers" pp. 95, 96, 194)
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